miércoles, 5 de enero de 2011

II

Hoy he vuelto a soñar con el eterno gotear de la lluvia
sobre los charcos y barrizales de mis parajes
y a sentir ese amor por la nostalgia primigenia,
por la melancolía de un fino e infinito llover
que se asemeja al corazón cuando se evapora en lágrimas
tras un desengaño.
Entonces el ser se vuelve hueco y el sonido de la gaita
intenta henchirlo de palabras sin nombre
como la eterna lluvia que moja el barro
sin nunca colmarlo.